Como profesional dedicada al bienestar de las personas mayores, me preocupa profundamente la reciente decisión del actual gobierno federal de desmantelar la Administración para la Vida Comunitaria (ACL). Esta medida envía a millones de personas mayores de todo el país un mensaje desalentador: no son importantes.
La ACL ha sido una piedra angular en el apoyo los adultos mayores y personas con discapacidad, supervisando programas que brindan servicios esenciales como comidas a domicilio, transporte, apoyo a los cuidadores y asistencia para permanecer en el hogar. Su eliminación amenaza la estructura misma de los sistemas comunitarios que permiten Los adultos mayores envejecerán con dignidad, salud e independencia.
La Sociedad Estadounidense sobre el Envejecimiento ha expresado serias preocupaciones sobre esta decisión, señalando que los programas financiados por la ACL sirven a más de 11 millones de adultos mayores anualmente. Estos programas ayudan a prevenir hospitalizaciones innecesarias e institucionalizaciones prematuras, promueven el bienestar y reducir el aislamiento socialEl desmantelamiento del ACL corre el riesgo de perturbar estos servicios y socavar décadas de progreso en materia de políticas y apoyo en materia de envejecimiento.
Si bien Cupertino, donde vivo, suele considerarse una comunidad con buenos recursos, los efectos de esta decisión se extienden. Muchos adultos mayores de las zonas aledañas, incluidos los de East Palo Alto, San José y comunidades de los condados de Santa Clara y San Mateo, confían en programas respaldados por ACL como Comidas a domicilio y asistencia del cuidadorEstos programas son vitales para los adultos mayores de bajos ingresos, confinados en sus hogares o que viven sin un familiar cercano. Su eliminación dejaría a muchos aún más vulnerables, reforzando la percepción entre los adultos mayores de que sus necesidades —y sus vidas— no importan.
Preservar la ACL no se trata solo de mantener los programas federales. Se trata de defender nuestros valores. Se trata de reconocer el valor de cada adulto mayor, independientemente de sus ingresos, código postal o clima político, y de garantizar que puedan seguir viviendo una vida plena y conectada en las comunidades que consideran su hogar.
La reestructuración ya está en marcha. Pero esto no significa que la conversación haya terminado. Ahora más que nunca, debemos alzar la voz para garantizar que las voces y las necesidades de los adultos mayores no se pierdan en el embrollo de la reorganización burocrática. Contacten a sus representantes en el Congreso. Pídanles que supervisen, exijan transparencia y protejan la financiación de los programas vitales que desde hace tiempo han apoyado a los adultos mayores y a las personas con discapacidad a través de la ACL.
El bienestar de millones de personas depende de nuestra vigilancia y de nuestra voluntad de actuar.
Sally Duplantier es una gerontóloga, educadora de Healthspan e investigadora enfocada en mejorar la salud y el bienestar de los adultos mayores.
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